sábado, 26 de julio de 2008

ENTRE MANTA-RAYAS EN EL PACÍFICO MEXICANO

No son muy grandes, ni tienen enormes colmillos. Las que por aquí se dejan ver son de las pequeñas, extendidas como una manta de color marrón. Y son muchas. La mayoría de los bañistas se alarma y apunta con el dedo: "allí, allí hay una". Una buena parte de la playa está alerta y casi nadie se baña. Unos metros más allá la gente se adentra en el mar despreocupada. Cuando menos te lo esperas, una o dos te pasan junto a los pies y revolotean junto a la orilla. Al final entras en el agua y que hagan lo que quieran. Un turista juega cerca de la orilla, dentro del agua, con sus hijas: "no hacen nada", dice. "Sólo atacan si las pisas o las golpeas". Una manta-raya pasa junto a él. "Si te pican, sólo tienes que presionar y cortar el riego sanguíneo de la zona afectada y rápidamente ir a ponerte agua caliente y vinagre". Vaya, es un alivio. Mejor no probar el ataque del animalito. Un poco más allá, otro bañista me mira con cara de susto: "si te pica una manta-raya te paraliza medio cuerpo. Y si estás en el agua no te puedes mover y puede que te ahogues". No deja de sudar bajo su gorra. Tenía previsto estar un mes en Zihuatanejo, pero ahora se lo piensa, porque las manta-rayas le dan mucho miedo y no se atreve a meterse al agua.

El número de manta-rayas crece en Zihuatanejo al mismo ritmo que el de los turistas. Esta bahía del Pacífico mexicano, a unos 300 kilómetros de Acapulco, era conocida por sus playas salvajes y sus tranquilas villas, alejadas del ajetreo de los macro-hoteles de Ixtapa, unas palmeras más allá. Ahora parece un Acapulco en pequeño, pero por suerte carece de esos complejos turísticos tan molestos y todo sigue siendo como de pueblo. Un buen lugar para perderse durante tres días, quemarse al sol y nadar en las tranquilas aguas del Océano. Las tormentas de la tarde, eso sí, no hacen más que acentuar el ya de por sí molesto calor húmedo veraniego de estas costas.

CRÓNICAS MEXICANAS DESDE LA CARRETERA

Viajar por carretera en México es un placer. Las carreteras de los estados de Michoacan, Guerrero o Guanajuato están ya muy bien cuidadas y los paisajes son cada vez más espectaculares. Desde las montañas que bordean la presa de Infiernillo hasta el bosque selvático que te recibe kilómetros antes de ver la costa. Aunque la forma de conducir es bien distinta a la de otros países. Más bien caótica. Pero ordenada. Los adelantamientos son peculiares. Hay autopistas de un sólo carril por cada sentido, pero el arcén se usa como un carril más. Si quieres adelantar, el conductor que va en coche un poco más adelante, se retira al arcén y te señala que le rebases. Y luego están las "pick up", las camionetas en las que se cargan también personas. Dicen que eso no se multa, o que si hay una multa para ello nunca se impone. Es la ley de la carretara mexicana. Caótica pero ordenada.

Recomendación musical: uno de los rockeros clásicos de México. Carlos Santana aprendió de él. Javier Batiz:

1 comentario:

Cristian dijo...

Realmente a pesar de las manta rayas es un lugar hermoso, tiene unos paisajes y unas playas paradisiacas y unos hoteles tambien muy buenos!